Yo no sabía del amor que se arrodillabalbuceando ruegos, manso de altiveces,fue de ese modo, con flaqueza que aún me humillacomo en mi delirio te llegué a querer. Hoy, que despierto frente a tu liviana pasión...en mi conciencia que sintió de lleno rigor,brota a despecho de este amor que me envileceel grito rebelde de mi humillación. Odio este amor!...que me humilló a tus antojos.Odio este amor!...Que me enseñó a suplicar. Ansia torpe que me arrodillóbajo el yugo de tu pretensión...Odio este amor!...que, al doblegar mi entereza,me rebajóa mendigar tu calor. No te reprocho, si tu amor que fue inconstantepuso en mi existencia sombras de abandono;no tienes la culpa, si maldigo a cada instantelo que fue flaqueza de mi corazón. Mía es la culpa por haber llorado a tus pies...y es mi castigo condenar mi propia pasión;frente al reproche de mi orgullo lastimadoque no se consuela de su humillación.
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